Cuando se puso de moda la barba, me afeité

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Afeitado

Tiempos bárbaros de globalización

Soy una oveja negra que se trasquiló a sí misma.
Vi las barbas de mi vecino crecer y puse las mías a remojar.
En mi libertad de no seguir al rebaño que se dirige al redil,
deambulo entre lobos famélicos.

El número de nuevos hípsters creció como la espuma de afeitar.
Ante la tomadura de pelo que son las tendencias,
un sistema trenzado con hilillos de oro falso nos deslumbra.
Destellos de luces de neón que confundimos con estrellas.
Baratijas muy caras que pagamos con nuestra libertad.

Casi todo es postizo, en esta sociedad tan casposa.
Pelucas peliagudas para tapar nuestras sucias vergüenzas.
Estiércol en las uñas y sexos perfumados conviven
en un mismo cuerpo arañado por un pastor zoófilo

Acabé enredado en una telaraña peluda tejida
por tarántulas en mi vello púbico.
Aplausos del público, que se ensangrienta
las manos con el dinero punzante.

Tiempos bárbaros de globalización,
invadidos por la uniformidad camuflada de originalidad.
Cuando llegue Atila, me encontrará con los otros.
La hierba de plástico siempre vuelve a crecer
donde pisa el pensamiento único.
Othar saborea su pienso cocinado a fuego rápido.

Arderá en un bidón de los chinos el uniforme que me regalaste.
Los grandes almacenes te lo vendieron en las rebajas de verano.
Los mismos que juran que la próxima temporada
causará furor meterse pequeños ajos en el ano,
son los que nos sodomizan con sus patrañas
de vendedor de crecepelo mágico.

No hay bálsamo de Fierabrás ni pócima
que no nos puedan hacer tragar.
Así que correré furioso este invierno a comprar cera depilatoria,
pues quiero cagarme en toda esta mierda sin pelos en el culo.